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Sobre la ignorancia y la aceptación de lo que simplemente es.

  • Foto del escritor: Dalia · Ishani
    Dalia · Ishani
  • 17 mar 2021
  • 4 Min. de lectura

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Porqué percibimos de manera separada nuestra existencia? es decir, nuestra experiencia interna y la externa? Lo que sentimos y lo que hacemos? Lo que deseamos y lo que decimos o aceptamos, lo que creamos.

Hemos construido un muro entre una y otra realidad, dejando en las sombras de nuestro interior una realidad sin máscaras, pura, inmensa, contradictoria, caótica, sin una forma en particular que se identifique con una forma definida en el exterior, de hecho, una subjetividad única en cada ser humano. Esa subjetividad fluctuante que esconde tantas cosas en el fondo, en el fondo más profundo, en el fondo que no solo no es conocido, sino que, a veces, solo se percibe en la mas ligera sutileza de la intuición; el matiz de sus olores y colores que se deslizan hacia el exterior en la médula del impulso creativo, placentero, benévolo, o no. Ahí, en donde yace lo ignorado, lo no reconocido, lo prohibido, las emociones ahogadas, las frustraciones no dichas, anhelos esfumados, los complejos, los juicios, culpas, la vergüenza y todo aquello que no me permite aceptarme tal cual soy; todo aquello que no me permite ser aceptado por el otr@, ahí lo guardo, lo dejo, lo escondo y lo olvido; todo aquello que no tiene permiso de ser, pero sigue siendo, de alguna manera, sigue estando, ahí en la sombra; como C.G.Jung le llamaba a lo no iluminado por la consciencia; porque entre todo ese cúmulo de represiones, es el velo del olvido, de la inconsciencia, que nos permite continuar caminando en la vida, a tropezones o forzándonos para seguir el paso de la masa o del otr@.


Y es a través de las actividades cotidianas, de las crisis existenciales, de los grandes maremotos de la vida, las grande tormentas o esos sutiles "darme cuenta", que se dejan vislumbrar esos monstruos no aceptados pero poderosos, cuales hij@s de Gaia y Urano, cíclopes y hecatónquiros en el Tártaro, amontonados en el vientre de la madre, ya que su padre Urano, no les quería aceptar. Ella sufría por el dolor de saber a sus hijos encerrados, enclaustrados, no aceptados. Libres les quería ver y libres los hizo con la ayuda de su hijo Crónos.

El afuera, el tiempo, la materia, nuestro cuerpo, la distancia, los gastos, las tendencias, instragram, el estilo de vida, el calendario, el grupo de amig@s, el horario, el trabajo, l@s vehículos, los correos, etc, etc, la vida afuera, afuera de qué?

El afuera, aquello de lo que sí somos "conscientes" aquello a lo que dedicamos nuestra existencia en la vigilia, en la cotidianidad, la atención, el tiempo, aquello para lo que estamos programados condicionados a ser, aquello que proyectamos y creamos día a día, aquello que sí está permitido, que sí está aceptado. Por quién? por esas estructuras, instituciones, cultura, tradiciones, maneras de ser y hacer, las cosas.

Aprendemos a replegar nuestros instintos, nuestros impulsos puros y naturales, a favor de estructuras que si bien han servido para "ordenar" los recursos, tiempos, ciclos, intereses, etc; han mutilado partes fundamentales de nuestra naturaleza humana, creando una aparente, ilusoria, paradoja dual, pero que no es más que los dos extremos del espacio, tocados por un péndulo llamado experiencia y que se percibe a sí misma jalada e impactada por cada extremo, de tal manera que se pierde en este movimiento oscilatorio olvidando que es una consciencia de todo, sin lados, sin espacio, sin adentro y afuera, al mismo tiempo, todo el tiempo y sin tiempo, olvidándo que es la mera energía que potencía el mismo movimiento.

Cuando un@ empieza a reconocer a la luz de la consciencia, de ese "darnos cuenta", que esos impulsos ahogados, esas emociones reprimidas, complejos, juicios, etc. cambian en la profundidad de la comprensión, ya sea hacia un@ mism@ o hacia otr@, sucede que cambia el sabor, el color, la forma, el ritmo, la cadencia, la energía; al encontrar cause como agua en el arrollo que se va limpiando al ritmo del rose con las piedras, así se van sanando esas emociones reprimidas, sacadas de la sombra a la luz de la consciencia, la aceptación, el perdón , la compasión, dejando de ser monstruos deformes para ser reconocidos como esa energía natural y primaria, lista para crear, transformándose una vez más, evolucionando experiencialmente mas consciente, enfocada y dirigida, en una secuencia orgánica e infinitamente sabia e inteligente, llevándonos a un auto-conocimiento, que además de expansivo e integrador, nos permite encontrar el eje en el centro oscilatorio de ese péndulo dicotómico e ilusorio.

Una vez que ese eje es encontrado y hemos empezado a alumbrar con la luz de la consciencia nuestras sombras más oscuras, nos daremos cuenta que el otr@ está perdido tal cual nosotr@s lo estábamos hace muy poco; comprenderemos que sus acciones se encuentran bajo las nebulosas de la culpa, el miedo, la vergüenza, tal cual nos hemos encontrado también; ahora, el juicio ya no está presente, mas bien un bálsamo de compasión hacia el otro que es la misma compasión, amor que sentimos por nosotr@s mism@s. La aceptación de nosotr@s mism@s tal cual somos, con nuestras sombras, con nuestros monstruos deformes, trayéndolos a la luz de la aceptación, nos permite abrazar la sombras de los otr@s otr@ tal cual es, nos desliza hacia la empatía, innegable indicio de algo que nos une, que se hace palpable al poder sentir el dolor del otr@. Sucede una aceptación de que cada quien, cada suceso, es perfecto y tiene su propio ritmo de ser, esto está intrínsecamente relacionado con el respeto, el cual es la base del amor, según yo, que incluso me parece redundante mencionarlo ya que este mismo amor se ha ido expresando así mismo en esta hermosa secuencia de aceptación y luz a los amados monstruos que estamos liberando.


Dalia · Ishani

 
 
 

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